Educación: sin memoria ni sentido.

En la educación básica se pierde la memoria. No me refiero a que no se memorice, eso se hace desde hace mucho y bien, me refiero a que no se le da la importancia a la recopilación y gestión de la memoria como se debiera.

Cuando un docente pide su cambio se lleva consigo parte de esa memoria individual que nunca volverá a florecer y que no se tendrá en ninguna parte, estará borrando su propia existencia salvo los recuerdos muy marcados que deje en las personas que se quedan y que conservarán el testimonio.

¿Qué sería de las organizaciones sin memoria?, siendo esta lo que, incluso, les da sentido. ¿Qué sería de las religiones, empresas, familias y personas?

El contar historias es algo antropológico que ha estado en la mente del ser humano por cientos y miles de años y que, en muchos casos, fue la fuente de información más confiable que se tenía. Cómo aprende un niño de su familia si no es de esa memoria hablada, la que le da raíces y lo zambulle en ella misma.

Las escuelas públicas en México pierden la memoria por los cambios de maestros pero también por los distintos programas que se dicen ser "únicos" y que solo desprecian lo existente, cuando de ahí vienen y no pueden hacerlo de ninguna otra parte.
Es necesario que las autoridades educativas busquen la manera de recoger la memoria en la educación pública y dejen su intento de dar borrones y cuentas nuevas porque lo único que generan es quitar lo que une, lo que da sentido. Permiten que esas escuelas, esas organizaciones y esas historias, se olviden y vaya desapareciendo la pertenencia. Escucho decir que antes los maestros tenían vocación, lo cual creo que se debe a que estaban mayor tiempo en un lugar y se convertían en la historia y la memoria viva como centro de unidad de la comunidad. El profe le sabía los trapitos sucios y los limpios a todos, los padecimientos, las vagancias y los relatos que lo hacían parte importante de las historias que cada uno escribía.
La historia personal no puede ser descrita en ninguna parte ni relato oficial, lo cual permitirá que se olviden de nosotros, de esos que sufrieron a la organización y la cargaron en sus hombros.
Aboguemos por recordar las andanzas que, como fieles caballeros, hemos ganado en la batalla, y guardemos esas memorias que poco a poco se han creado, sin consentimiento, pero sí con mucho esfuerzo, las cuales, han dejado huella en los corazones. Que no se borre la memoria porque es borrar la vida.


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