Cambiar está jodido

A lo largo de mi carrera magisterial he escuchado varias veces que se están implementando escuelas piloto, que se está innovando, que se está poniendo a prueba, sin embargo, solo veo algo de supervisión sin mucho entusiasmo por medir ni lograr que funciones lo que se está haciendo. Es muy común escuchar que se envíe a docentes que no están capacitados en el tema del cambio en la organización y solo hacen su mejor esfuerzo, pero, muy lejos del verdadero objetivo.

Primero, es necesario darle tiempo a los involucrados, aislar y liberar, de alguna forma, al grupo escogido de las tareas que no encajen en el proceso de cambio. En las escuelas la innovación se convierte en una carga más que estorba para realizar las labores cotidianas por lo que incrementa la frustración y entusiasmo.

Es común que no se acompañe los procesos anteriores o se delegue en terceros que a su vez no lo hacen o lo hacen a medias, por desconocimiento, ni de la mejor manera y resulta en un sentimiento de: "no tener apoyo". "Me dejan solo y le hago como puedo", me decía una maestra muy preocupada en una plática en un receso. Si se sienten solos y no se les da el tiempo, es normal que prioricen otras tareas ya que se comienza a percibir como no importante y que se puede dejar para después.

Cuando se ve el desgano de los que están realizando la propuesta se tiene una crisis de confianza que logra la percepción que que solo es "rollo", recuerdo pasar horas intentando no dormirme en las disertaciones que lanzaban los expertos sin atender las necesidades del grupo, lo que me hacía sentir que no contaba y solo querían justificar su tiempo.

Los maestros que logran adaptarse y sobrevivir a lo anterior, comienzan a sentir la necesidad de compartir lo que les emociona y al hacerlo, corren el riesgo de ser criticados y a sentir ansiedad y tensión. Los demás sienten que no sirve y que pone en peligro su situación laboral, su imagen con los padres o con los niños.

Es muy triste que se mida de la misma forma todo, ya que los cambios traen y necesitan nuevas formas de valoración, que medidos de la misma forma que lo anterior, es muy probable que sea negativa. Se hacen menos creíbles si no se cumplen las fechas y se retrasan los apoyos dando valoraciones solo de supervisión y no de avance de manera específica. Los fanáticos e incrédulos surgen y se generan conflictos al entrar en contacto con el equipo de cambio.

Las escuelas que se deciden a cambiar comienzan un proceso de autogobierno que desemboca en la aplicación de iniciativas de autogestión, lo cual, en muchas veces se aplica control y limitación por ocasionar miedo en los demás generando luchas desgastantes e internas.

No he sabido de que se elabore la difusión de lo logrado en las escuelas piloto, por lo menos, de manera real y no simulada. Se limitan a decir que salió bien y aprendieron, sin datos ni acompañamiento. Es de esperarse que se busque una estrategia y propósitos del cambio, pero no me ha tocado experimentarlo.

Si se quiere innovar y cambiar el sistema educativo es necesario revisar los puntos anteriores que según Peter Senge, son indispensables y ocurren en toda organización que se plantea un nuevo horizonte.

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